Los alimentos que llegan a los mercados deben pasar por procesos rigurosos de evaluación, para que los clientes puedan consumirlos sin ningún inconveniente. En este sentido, es fundamental que las empresas cuenten con una metodología de trabajo estandarizada que cumpla con ciertos parámetros, como los que establecen las normas ISO 9001/22000.

Hablar de calidad es uno de los temas más complejos en la industria alimentaria, ya que tienen que superar una increíble cantidad de obstáculos para poder conquistarla. Y es que los empresarios se enfrentan a millones de elementos que atentan en contra de la inocuidad de los productos: desde agentes que contaminan el artículo, hasta simples descuidos de los empleados.

Por esta razón, es imprescindible crear una estrategia que les permita llevar a cabo un procedimiento uniforme, durante la elaboración de estos alimentos. Para esto, la norma 9001 propone la creación de un sistema de gestión de calidad (SGC), que plantee los puntos de mejora para la empresa y persiga la excelencia en cada uno de sus procedimientos.

Ahora bien, la elaboración de este tipo de productos requiere de una atención profunda que garantice las condiciones básicas para ser consumidos. Es allí donde la ISO 22000 juega un papel importante, porque es una normativa diseñada especialmente para vigilar toda la cadena de suministro, desde que proviene del campo, hasta que llega a los anaqueles.

Esta norma se traduce en la posibilidad de mejorar continuamente la capacidad para controlar los riesgos vinculados con la seguridad alimentaria. En consecuencia, se interpreta como el aumento de la confianza de la empresa hacia los clientes que apuestan por una marca determinada.

Aunque ambas se refieren a la calidad como factor determinante dentro de la producción, no se aplican de la misma manera: mientras la ISO 9001 abarca a todos los sectores; la ISO 22000 tiene injerencia en el campo de la seguridad alimentaria. Sin embargo, se complementan a la perfección para optimizar el desarrollo de la industria.

Los proveedores que cuentan con estas certificaciones poseen una mayor credibilidad en el mercado, gracias a que este conjunto de normas es reconocido a nivel mundial. Por lo tanto, vale la pena obtener estas certificaciones y ganar un puesto privilegiado por encima de la competencia.